¡Vaya!, No había pensado que el adquirir una vivienda fuera un proceso tan complejo y que este estuviera bajo influencias externas que no percibimos comúnmente.

Lo que debería ser un acto racional termina basándose en sentimientos incontrolables y que nos lleva a hacernos tantas y tan variadas preguntas que nos hace dudar de lo que en un inicio buscamos, como:

¿Qué impresión me causa la vivienda?, ¿Me siento cómodo en la propiedad?, ¿Me puedo imaginar viviendo es esta casa?, ¿Necesitará de muchas reparaciones o remodelaciones?

Por otro lado, si hemos contratado el apoyo de un asesor en bienes raíces surgen las siguientes preguntas:

¿Se me ha brindado toda la información necesaria?, ¿El valor de la vivienda es el correcto?, ¿Me han brindado más alternativas en cuanto a otras propiedades?

Suena complejo, pero es una realidad que se hace más difícil cuando la decisión es compartida, debido a que ahora son mas criterios, opiniones, necesidades y gustos que se den satisfacer.

Hace poco tiempo atrás un familiar se cambio de domicilio, para este proceso se llevaron más de dos meses en decidir sobre qué casa seria la mas adecuada (y eso que era rentar). Las características de la vivienda ideal fueron incrementando y variando conforme pasaba el tiempo y en cada visita realizada a las propiedades: iban desde la ubicación, el número de habitaciones, si aceptaban mascotas, sí tenían estacionamiento, si tenían cocina equipada, cuarto de lavado, en fin….

Y al final, seleccionaron un departamento en condominio bastante agradable y lo mas acertado a su gusto y necesidades, la única complicación y, la menos pensada y mas importante: ¡las dimensiones de los muebles con los que contaban! Si, es un absurdo, pero esto es el mejor ejemplo de que no dejamos de ser individuos en donde los sentimientos son incontrolables.

Por lo cual, tomo y comparto el siguiente consejo: “Tómate tu tiempo y, además de las virtudes, fíjate en los defectos para poder decidir mejor”.

Saludos,